Entre la nube de agua evaporada y el suelo está la ciudad, estamos nosotros, constantemente dibujándonos.
Los contempladores de nubes escrutan el horizonte, su afán es reconocerlas en lo más escondido. Lo hacen para albergar la esperanza de que todo aún es posible; la alegría, el juego, la vida...
Los rastreadores de suelos remueven la tierra hasta encontrar los cimientos donde descansa su entorno. Lo hacen para burlar la frontera y encontrarse de bruces con el mundo.
Entre la ligereza de los sueños y la gravedad del hormigón se encierra la vida de los hombres, su grandeza y sus miserias, aquello por lo que merece la pena vivir y aquello a pesar de lo cual se arrastra esta existencia.
La ciudad es el escenario de su encuentro: ella misma es cómplice y protagonista.
Jorge García de la Cámara
http://epulare.wordpress.com/
Los contempladores de nubes escrutan el horizonte, su afán es reconocerlas en lo más escondido. Lo hacen para albergar la esperanza de que todo aún es posible; la alegría, el juego, la vida...
Los rastreadores de suelos remueven la tierra hasta encontrar los cimientos donde descansa su entorno. Lo hacen para burlar la frontera y encontrarse de bruces con el mundo.
Entre la ligereza de los sueños y la gravedad del hormigón se encierra la vida de los hombres, su grandeza y sus miserias, aquello por lo que merece la pena vivir y aquello a pesar de lo cual se arrastra esta existencia.
La ciudad es el escenario de su encuentro: ella misma es cómplice y protagonista.
Jorge García de la Cámara
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